Tras cerrar un año catastrófico, la industria afronta ahora la llegada de la tercera ola del coronavirus

El sector turístico español vive una crisis de una gravedad y dimensiones no vistas con anterioridad. El mercado del ocio es probablemente el sector más castigado por las medidas de restricción adoptadas por los Gobiernos para luchar contra la pandemia del coronavirus. Un calvario que en España empezó en marzo, con la clausura de todos los negocios, incluida la planta hotelera, y que desde entonces ha ido acusando las distintas limitaciones a la movilidad decretadas por las comunidades autónomas, así como las cuarentenas impuestas por países como Reino Unido, Alemania o Francia, los primeros emisores de turismo para nuestro país. Tras cerrar un año catastrófico, la industria afronta ahora la llegada de la tercera ola del coronavirus, cuyo control exigirá previsiblemente más cierres y más confinamientos y que augura un horizonte de profunda oscuridad para el sector.

La medida de hasta qué punto el turismo ha sido golpeado por la crisis la dan, por ejemplo, las cifras de los expedientes temporales de regulación de empleo (ERTE). España cerró 2020 con 755.613 trabajadores en esa situación, de los cuales el 58% corresponde a actividades turísticas, según los datos del Ministerio de Trabajo y Economía Social. Entre enero y octubre de 2020, el país perdió 61 millones de turistas, destruyó más de 300.000 puestos de trabajo en el conjunto del año y dejó de ingresar 55.000 millones en divisas procedentes del turismo extranjero.

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