El epicentro de la pandemia del coronavirus ha recuperado la normalidad con medidas mucho más estrictas que las aplicadas en España y en otras zonas de Europa

Por mucho que el Gobierno chino trate de instilar dudas sobre el origen de la pandemia del coronavirus, es evidente que todo apunta a Wuhan como epicentro de la crisis sanitaria provocada por el SARS-CoV-2. Por eso, es fácil entender que muchos en todo el mundo hayan sido incapaces de contener su sorpresa, e incluso su indignación, al ver las fotografías y los vídeos tomados durante una macrofiesta celebrada hace unos días en la capital de la provincia de Hubei: miles de personas, sin mascarilla ni distancia física, bailaron en una piscina al son de DJs y gogós. Más difícil de entender es cómo se ha llegado hasta este punto y por qué esa fiesta no es, necesariamente, una muestra de irresponsabilidad.
Para explicarlo, conviene señalar las grandes diferencias en las medidas decretadas por China y España.
- Casi 60 millones de habitantes fueron sometidos a una cuarentena estricta
- En apenas un par de semanas se lanzaron las aplicaciones móviles de rastreo
- Sus 11 millones de habitantes protagonizaron la mayor campaña de pruebas realizada hasta ahora.